Faros, el camino hacia la costa

Faros, el camino hacia la costa

Estas torres de luz son un sistema de comunicación marítima que desde la antigüedad sirven de guía a navegantes y protegen todas las costas del mundo.

Fue entre los años 299 y 288 a. de C., cuando Sóstratos de Knidos hijo de Dinócrates de Rodas, arquitecto éste de Alejandro Magno, construyera el Faro de Alejandría, una colosal estructura de mármol blanco de 130 metros de altura en la Isla de Faros. Este gigante primitivo estaba provisto de unos espejos que reflejaban la luz del día y el resplandor de la hoguera durante la noche, haciendo posible su avistamiento a más de 30 millas.

 

Hoy en día, reposa bajo las aguas como consecuencia de varios terremotos acontecidos durante la época, pero éste coloso no solo llegó a formar parte de las siete maravillas del mundo antiguo, sino que su resplandor queda reflejado en la historia como el faro más famoso de la antigüedad.

 

Muchos faros se construyeron después del crecimiento del Imperio Romano, pero cabe destacar el más antiguo y único faro romano en funcionamiento del mundo. Hermanado con la Estatua de la Libertad de Nueva York y con el Faro de Morro de la Habana símbolo de Cuba, la Torre de Hércules, emplazada en la ciudad de A Coruña. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el día 27 de junio de 2009 y se alza imponente junto a la Rosa de los Vientos alumbrando las aguas del Océano Atlántico desde el siglo I.

 

El fuego, primer canal de comunicación

 

En la antigüedad, las hogueras, fogatas y antorchas eran avisos de peligro. Estas señales debían ser alimentadas sin descanso para conseguir un resplandor constante que no dejase de iluminar el comienzo de la tierra y el final del mar. Faro_cabo_sanantonioLas primeras distancias que recorrieron los navegantes, fueron tan lejanas como la vista les permitía alcanzar, siempre a la luz del día y divisando en todo momento la costa para no perderse en un mar desconocido. Pero cuando comenzaron sus viajes en la oscuridad de la noche, se sirvieron de las estrellas y los vientos, trazando así un periplo; un conjunto de dibujos donde cualquier corriente, peñasco, roca y orilla, les sirviese de referencia y así poder regresar y alcanzar tierra firme.

 

Nuevas tecnologías de diseño que nos siguen iluminando

 

La transformación de los faros llegó en 1823 de la mano del científico Augustín Jean Fresnel, un ingeniero de caminos y estudioso de la física que diseñó la primera lente que cambiaría por completo el desarrollo de éstos gigantes y cuya utilidad se sigue empleando hoy en día. Su labor sobre la difracción de la luz fue galardonada por la Academia Francesa de las Ciencias. La primera “lente Fresnel” se introdujo en el considerado, el faro más bonito del mundo, el Faro de Cordouan próximo a Burdeos. Así, piedra sobre piedra, la humanidad ha ido levantado estructuras tan monumentales como útiles. El Faro de Mazatlán en México, que alcanza una altura superior a los 150 metros, o el Faro Sullivan en el estado de Carolina del Sur considerado como el de mayor alcance del mundo.

Cuestionar la existencia de éstas torres emblemáticas y solitarias, nos hace reflexionar sobre un lenguaje histórico y universal que centellea intermitente y que nos sigue avisando de los peligros que nos acechan. Hoy, entre azotes y oleadas de espumarajos todavía podemos avistar una herencia con luz propia.

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